Mi llegada a este mundo de colores, retales de telas y risas
compartidas con mis compañeras de mesa es a través de un bono regalo de mi hija
con una duración de dos meses en Las Palmas de GC.
Para mí fue como el primer día de colegio al llegar a un sitio
nuevo con caras agradables que me daban la bienvenida a este espacio al que
nunca había accedido. Como material llevaba una cinta métrica, un dedal, una
tijera y un saco de ilusiones.
De la mano de mi profesora Carmen Rosa, he ido avanzando a través
de revistas y fotocopias de patchwork para descubrir diseños a cual más bonito
y difíciles. Tengo claro que el grado de dificultad en este mundo eres tu quien
lo pones y para cada una de nosotras ella siempre tiene preparado algún nuevo
desafío acompañado de sus consejos gracias a los que muchas veces resolvemos
más de un entuerto.
Poco a poco te vas enganchando y no sólo por el hecho de
desarrollar nuevas ideas sino porque es en ese espacio en el que compartes
risas y confidencias con tus compañeras donde cada vez te sientes más cómoda.
La primera creación fue este el bolso, por aquí empecé
y ahora que lo miro me parece tan lejano.
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